Posted by : Unknown 4 jul 2012


Un equipo internacional de científicos liderados por investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) ha analizado los dientes fósiles de los Australopithecus sediba, que vivieron hace menos de dos millones de años. Los resultados indican que estos homínidos primitivos comían hojas, frutos y corteza, lo que demuestra que pudieron vivir en entornos boscosos y no en hábitats abiertos de la sabana como hasta ahora se pensaba.


Según el estudio, que publica la revista Nature, los Australopithecus sediba, ancestros de los humanos modernos, comían hojas, frutos y corteza. “Los homínidos primitivos vivieron en una mayor variedad de entornos de lo que se pensaba. Esto sugiere que hubo una especie de expansión adaptativa donde diferentes homínidos exploraron varios entornos, incluido A. sediba, que vivió en ecosistemas más cerrados como los bosques”, ha explicado a la agencia SINC Amanda G. Henry, coautora del estudio e investigadora en el instituto alemán.


Los investigadores determinaron la dieta de estos homínidos observando el desgaste de la dentadura y analizando pequeños fragmentos de las plantas en sus dientes. “Es la primera vez que se identifican los alimentos vegetales que los homínidos primitivos consumieron, basándonos en los fitolitos (biomineralizaciones de origen vegetal) atrapados en el sarro de los dientes”, aclara Henry. Los autores también tuvieron en cuenta datos de isótopos de carbono derivados de los esqueletos, que indican el tipo de fuente de alimentos que consumieron. El estudio señala que las cortezas y los tejidos de madera se encontraron en los dientes de ambos individuos, un rasgo nunca antes documentado en homínidos.


Los hallazgos revelan por tanto que A. sediba tuvo una dieta “inesperada” comparado con las dietas de los primeros homínidos africanos de edades similares. Según el análisis de la dieta, estos homínidos primitivos pudieron “encontrar comida en los terrenos boscosos de un ecosistema verdoso más o menos abierto”, subraya la investigadora. 


No obstante, los autores del estudio aseguran que tienen algunas incógnitas pendientes de resolver, como estimar el tamaño de los grupos de A. sediba o calcular cuánto caminaban estos homínidos al día. “Los chimpancés de la sabana tienen que viajar mucho para alcanzar diferentes espacios boscosos para recoger cada día suficiente fruta y otro tipo de alimentos. Es posible que los A. sediba se comportaran de la misma manera, o tuvieran otras fuentes de alimento que les permitió permanecer en un área más pequeña”, concluye Amanda G. Henry.

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