
El comportamiento humano es más difícil de identificar en el registro fósil, ya que gran parte de ese comportamiento sería una versión acentuada de lo que podemos encontrar entre nuestros parientes vivos más cercanos, los simios como chimpancés o los bonobos. Cosas como la fabricación y el uso de herramientas, una infancia prolongada con largos períodos de dependencia de los mayores y la complejidad social. Pero hay otros aspectos de ese comportamiento que son únicos de nuestra especie, al menos en la actualidad. Por ejemplo, las herramientas compuestas, es decir no sólo tomar un palo para ayudarnos con una tarea, o utilizar una piedra para abrir un huevo de cáscara gruesa, sino el fabricar una punta de lanza que requiere una construcción mental de cómo será el objeto acabado para poder tallarlo, tal vez durante un par de horas, y luego preparar un palo especial al cual irá adosado ese objeto. Otros aspectos únicos del ser humano son el arte y el simbolismo, los rituales elaborados y las creencias religiosas, más la utilización de un lenguaje complejo que nos permite todo lo anterior.
Si bien en la actualidad hay una gran brecha que nos separa del resto de los animales justamente por este comportamiento humano, esto se debe a que somos la última especie superviviente del género humano, pero hace 40 mil años existían otras especies humanas con comportamiento moderno, como los neandertales en Europa, y los denisovanos en Asia. Evidencias de este tipo de comportamiento se pueden ver en yacimientos más antiguos, con los más antiguos de todos en la cueva Blombos, también en Sudáfrica, que cuenta con una antigüedad de al menos 70 mil años. Pero el problema es que tanto esa cueva, como otros yacimientos de la misma época, dejan de tener evidencias de ese comportamiento moderno primitivo luego de 15 mil años, para volver a arranchar hace 44 mil años...
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