Un reciente análisis de restos fósiles de uno de los dinosaurios más populares, el velocirraptor, ha revelado que éste poseía plumas en su antebrazo. Esta conclusión fue extraída de unos restos fósiles descubiertos en 1998 y exhibidos actualmente en el Museo Nacional de Historia Natural de Estados Unidos.
La morfología de los huesos y las marcas dejadas por los cañones de las plumas en los mismos, han sido los dos indicios más importantes para inferir la conclusión expuesta en el párrafo anterior.
Estas plumas le eran útiles al reptil no para volar, facultad que habían perdido hacía amucho tiempo y que sólo sus ancestros poseían, sino que para realizar el cortejo sexual y para algunas de las maniobras más rápidas.
La cuestión de porqué no todos los restos conocidos de los velocirraptores no tienen evidencias de plumaje es una cuestión geológica. Es muy difícil la conservación de la evidencia de plumaje, y sólo en determinadas condiciones óptimas esta puede constatarse, como ocurre en el caso de estos fósiles en cuestión.
Steven Spielberg estaba equivocado, y los velocirraptores no tenían una piel de reptil en el 100% de su cuerpo. Sin embargo, no por esto parecían menos amenazantes. Con o sin plumas, de todas maneras no sería nada agradable toparse con uno de estos animales.