Posted by : Unknown 26 jul 2011


Científicos del CONICET describen en la revista Paleontology un huevo de dinosaurio, probablemente saurópodo, en cuyo interior han aparecido varias pupas de avispa. La espectacular abundancia en huevos de dinosaurio del Cretácico Superior argentino sigue produciendo hallazgos espectaculares. Si antes fueron embriones de saurópodo que conservaban incluso marcas de piel y dientes de huevo, ahora nos sorprende con la primera evidencia de aprovechamiento por parte de organismos carroñeros de los huevos de dinosaurio. El espécimen en cuestión, recolectado en la Formación Allen, consiste en un huevo parcialmente conservado que contiene hasta ocho pupas que han sido identificadas como pertenecientes a avispas.  Y es aquí donde empieza un interesante estudio forense que nos abre una pequeña ventana al pasado.
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En primer lugar, repasemos las evidencias: 1, en sección delgada se observan restos de la pared de las pupas, que parece ser se preservó intacta durante el enterramiento. 2, el huevo, que forma parte de una nidada de cinco, es el único que ha sido colonizado por las pupas, y no se han encontrado otras pupas en los alrededores de la nidada. 3, Existen 8 pupas en el mismo huevo, y algunas incluso se tocan entre sí.

La pista número 1 nos permite sacar una conclusión importante: las pupas no han sido transportadas. La evidencia de una pared de seda intacta apoya la hipótesis de que las pupas se encuentra in situ, ya que esta se habría deteriorado mucho por pequeño que fuera el transporte: inferencia I: quién hizo las pupas las hizo en el mismo huevo donde las hemos encontrado.

Las pistas número dos y tres son complementarias. Al no haber evidencias de pupas en otros huevos ni en los alrededores del nido, se puede concluir que sólo ese  huevo era interesante para los animales que hicieron las pupas. Aquí se presentan dos posibilidades: el huevo era más atractivo que los demás para algún tipo de larva que buscaba ese también para pupar; o un solo insecto puso huevos en el huevo, quizás porque este contenía alimento suficiente para las crías, y estas, después de alimentarse, puparon en el huevo que les servía de casa. En cualquier caso, el huevo resultaba atractivo para las larvas de avispa. Pero, ¿por qué?

Según los autores del artículo, no se han encontrado evidencias de avispas que carroñen huevos. Sin embargo, sí que es frecuente que las larvas de avispa se alimente de otros insectos o arañas, que a su vez se nutren de la materia orgánica en descomposición. Así pues, las pupas de avispa nos muestran una fotografía de la última fase de aprovechamiento de una fuente de alimento tan rica como puede ser un huevo de dinosaurio, mostrándonos que los ecosistemas cretácicos eran tan complejos como los actuales. Tenemos evidencias las trazas de un depredador que se alimentaba de los insectos que carroñaban los restos de las trazas de reproducción de los grandes dinosaurios. 

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