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- Inestabilidad después de la gran extinción.
Posted by : Unknown
30 oct 2011
Durante millones de años después de la extinción del Pérmico los ecosistemas de tierra firme no lograban estabilizarse.
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Una de las razones que se proponen como causantes de esta extinción fue una erupción volcánica masiva en lo que hoy es Siberia, que desestabilizaría la vida en la Tierra. Los eventos que desencadenaron esta extinción cambiaron drásticamente el clima, la atmósfera y otros aspectos de la ecología global, pero no está claro hasta que punto se prolongaron estos aspectos físicos en el tiempo y si afectaron a los supervivientes.
Se sabe bastante bien qué es lo que le pasó a la vida marina de la época, pues el registro fósil oceánico suele ser más rico y preciso que el de tierra firme. Nada menos que el 95% de las especies marinas conocidas de la época desaparecieron para siempre incluyendo a los últimos trilobites. Pero además se sabe, gracias a muchos fósiles de peces e invertebrados, que se necesitaron de 5 a 8 millones de años para recuperar la diversidad y complejidad de vida oceánica. Pero no se sabía muy bien qué pasó en tierra firme.
Ahora, investigadores de la Universidad de Brown y de la Universidad de Utah concluyen que en tierra firme la extinción del Pérmico fue desastrosa para los animales terrestres. En un análisis que han hecho espécimen por espécimen, estos científicos llegan a la conclusión que las especies fueron reducidas a unas pocas formas que llaman “taxones desastre”. La baja diversidad de vertebrados significó que los ecosistemas de tierra firme sufrieron ciclos de florecimiento y colapso durante 8 millones de años antes de que finalmente se estabilizaran. Se podría decir que este errático periodo de tiempo estuvo tachonado de eventos de extinción y recuperaciones.
Las especies que sobrevivieron a la extinción eran libres de ocupar los nichos ecológicos que quisieran debido a la baja competitividad. Según los autores del estudio fue precisamente esta falta de competitividad lo que provocó esos ciclos de florecimiento y colapso, según las fuerzas externas causaban estragos en las débiles conexiones de la red trófica. Se necesitaron esos 8 millones de años para la restauración de la situación previa a la extinción masiva a través de un aumento de la evolución y especiación.
La hipótesis que proponen considera la recuperación posterior al Pérmico como un proceso de repoblación y diversificación de especies, en lugar de una mera consecuencia del evento de extinción masiva, como un asentamiento del clima o de las condiciones oceánicas.
Este estudio está en consonancia con otro publicado el año pasado en Geology por Jessica Whiteside en el que se mantenía que la recuperación y estabilización de los ecosistemas marinos necesitó de10 millones de años después de esta extinción. Según Whiteside, que también es coautora en el nuevo estudio, se trata del mismo patrón. Además, al parecer, se da también este mismo patrón en las plantas.
Algunos estudios habían propuesto que el vulcanismo posterior a la extinción del Pérmico mantuvo durante más tiempo los ecosistemas en modo “recuperación” sin que dejara que levantaran cabeza, pero no hay pruebas que lo avalen. Según esta hipótesis no se necesitó nada de eso.
Los investigadores examinaron para este nuevo estudio más de 8600 especimenes desde cerca del final del Pérmico hasta la mitad del Triásico, un periodo de tiempo que cubre entre hace 260 y 242 millones de años. Los fósiles proceden de los Urales y la cuenca Karoo en Sudáfrica. El análisis indica que el 78% de los géneros de vertebrados terrestres desaparecieron en la gran extinción. Después emergieron unas pocas especies, los “taxones desastre”. Una de ellas fue la de los Lystrosaurus, un sinápsido dicinodonto del tamaño de un pastor alemán. Esta criatura aparece escasamente en el registro fósil previamente al cataclismo. Es un misterio por qué Lystrosaurus sobrevivió a la gran extinción cuando la mayor parte de las otras especies no lo hicieron, quizás fue una combinación de suerte y no haber sido elegido como presa de otras especies. Lystrosaurus está emparentado con los que más tarde fueron los mamíferos. Si no hubieran sobrevivido a esta extinción la historia de la vida sobre la Tierra hubiera sido quizás muy distinta. Los mismo se puede decir del taxón reptiliano procolophonids, que está prácticamente ausente en el registro antes de la gran extinción y que hizo una aparición explosiva después.
Según Whiteside, si se compara los datos obtenidos con modelos previos de redes tróficas se puede considerar que esta baja diversidad y predomino de sólo unos pocos taxones significa que las conexiones en la red trófica eran muy pocas. Esto provocaba inestabilidad en los ecosistemas y los hacía susceptibles de a sufrir ciclos de expansión y colapso. Digamos que cualquier pequeña perturbación tenía graves consecuencias sobre ellos.
Los ecosistemas que emergieron de la gran extinción del Pérmico tenían una diversidad animal tan baja que eran especialmente vulnerables colapsos por cambios ambientales u otro tipo de cambios.
Sólo después de que la riqueza en especies se restableció y las poblaciones fueron restauradas en número y redundancia en la red trófica, los ecosistemas terrestres se recuperaron totalmente. En ese momento el ciclo del carbono, que es un indicador amplio de la vida y la muerte así como de los efectos de las influencias externas, se estabilizó, tal y como indican los análisis isotópicos de estudios previos. Esto encaja con la idea de que las fluctuaciones en el ciclo del carbono reflejan la inestabilidad de los ecosistemas después de un evento de extinción..