
Según Ryan W. Higgins y Christopher B. Ruff, autores del estudio publicado en American Journal of Physical Anthropology, las piernas cortas sólo resultarían una desventaja en terrenos planos, ya que uno debe dar más pasos, y por ende gastar mas energía para recorrer una distancia dada. Pero en pendientes, cuestas y barrancos, tener piernas más cortas era una ventaja.
Los autores utilizaron un modelo matemático para medir la relación entre la proporción de las piernas y el ángulo de ascensión. Descubrieron que si la parte inferior de la pierna, o sea debajo de la rodilla, es más corta, uno puede dar pasos más grandes cuando sube una pendiente, esto es porque uno no tiene que doblar la rodilla o las caderas tan seguido para sortear el terreno.
Este tipo de estudio también lo habían realizado en bóvidos como gacelas, antílopes, cabras y ovejas. Allí también vieron que las especies montañosas tenían la parte inferior de sus piernas más cortas que las especies que viven en las planicies, sin que el clima tuviese algo que ver en el asunto.