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- Muestran al "hombre de hielo de Minnesota" luego de 44 años
Después de más de 40 años en paradero desconocido, el hombre de hielo de
Minnesota volverá a exponerse en unos días. Steve Busti, propietario
del Museo de lo Extraño de Austin (Texas), asegura que tiene en su poder
la criatura que, encerrada en un bloque de hielo, recorrió de feria en
feria el Medio Oeste norteamericano a finales de los años 60 del siglo
pasado. Y ha anunciado que su museo la expondrá en unos días y, en
colaboración con el portal Cryptomundo, acogerá el 13 de julio un acto
en el que el cazador de monstruos Ken Gerhard hablara del misterioso
ser.
El hombre de hielo de Minnesota era la gran atracción del
feriante Frank Hansen en otoño de 1967, cuando la descubrió Terry
Cullen, un zoólogo de la Universidad de Minnesota, tras pagar los 25
centavos que costaba la entrada para verla en una feria en los
alrededores de Milwaukee. En diciembre del año siguiente, el naturalista
Ivan T. Sanderson, que acababa de publicar un libro en el que defendía
la existencia del yeti, y el zoólogo belga Bernard Heuvelmans, padre de
la criptozoología, visitaron a Hansen en su rancho de Minnesota, cerca
de la ciudad de Winona. Durante tres días, examinaron visualmente la
criatura atrapada en el bloque de hielo dentro de un camión frigorífico.
Concluyeron que Bozo, como le bautizaron, era algo extraordinario.
Hansen
quería mantener al ser, de apariencia simiesca, alejado de la atención
de los grandes medios de comunicación. Su pretensión se fue al traste
cuando, esas Navidades, Sanderson habló del hombre de hielo de Minnesota
en el Tonight Show de Johnny Carson y, en abril, se preguntaba en la
revista Argosy si no se trataría del eslabón perdido entre simios y
humanos. Un mes antes, Heuvelmans defendía, en el boletín del Instituto
Real de Ciencias Naturales de Bélgica, que Bozo era un ejemplar de una
especie neandertaloide que sobrevivía en Vietnam y él había bautizado
como Homo pongoides. El 3 de febrero, John Napier, primatólogo de la
prestigiosa Institución Smithsoniana, examinó un informe de Sanderson.
“Mi primera reacción -recuerda en su libro Bigfoot, the yeti and
sasquatch in myth and reality (Mito y realidad del bigfoot, el yeti y el
sasquatch, 1973)-, basada en la anatomía de la criatura, fue de extrema
incertidumbre; las características del hombre de hielo me parecían
entonces, y ahora, combinar los peores rasgos de los simios y del
hombre, y ninguno de los mejores que han hecho que esos dos grupos de
primates tengan tanto éxito”.
El original que nunca existió
Sanderson
y Napier se conocían desde muchos años antes y se respetaban
mutuamente. El primero pidió al segundo que mediara con la Institución
Smithsoniana para que examinara el homínido. La entidad aceptó la
propuesta. Napier preparó entonces una nota de prensa en la cual, aunque
indicaba que el centro era escéptico respecto a la naturaleza del
hombre de hielo de Minnesota -el primatólogo sospechaba que estaba hecho
de látex-, añadía que eran de mente abierta e iban a investigarlo. No
pudo ser.
Cuando en abril S. Dillon Ripley, secretario de la
Institución Smithsoniana, escribió a Hansen para ver cómo podían
llevarse a cabo las pruebas, se encontró con una respuesta inesperada:
el feriante le dijo que ya no tenía a la criatura en su poder porque se
la había devuelto a su legítimo dueño, de quien nunca dio el nombre.
Añadía en la carta que, durante el verano, iba a llevar como atracción a
las ferias una réplica que se “asemejaría en muchos aspectos” al ser
congelado. “Parecía que una réplica había reemplazado al original, pero
no había, por supuesto, garantía alguna de que el original hubiera sido
real“, sentencia el primatólogo, para quien la explicación al misterio
era mucho más mundana.
Napier creía que todo había sido un
montaje de Hansen, a quien consideraba “un inteligente hombre del
espectáculo de la escuela de P.T. Barnum («Cada minuto nace un tonto»)”.
Según sus cáldulos, el feriante había invertido en 1967 unos 50.000
dólares de la época -unos 210.000 euros actuales- en crear la criatura
original, que habría embutido en hielo para añadirle dramatismo y, de
paso, dificultar la detección del engaño. Dos años después, como su
éxito comercial era moderado, filtró la existencia de Bozo a los dos
cazadores de monstruos con la esperanza de conseguir un mayor eco
publictario, pero lo que no esperaba es que una institución científica
se interesara por su monstruo. Para evitar que descubireran su engaño,
descongeló el muñeco, le hizo pequeños cambios, lo volvió a congelar y
se inventó el cuento de la réplica.
“Me quito el sombrero ante
Hansen no porque glorificara el mito del monstruo -en mi opinión, ayudó a
degradarlo-, sino porque demostró una habilidad suprema en su
profesión”, dice Napier, quien añade que el feriante siempre fue un paso
por delante de quienes intentaban solventar el enigma. “Si existiera un
premio Barnum, mi voto sería para Frank D. Hansen. Nunca afirmó sobre
la pieza nada más que que era un misterio, algo que, en realidad, era y
todavía es”. Para el primatólogo, lo realmente desconcertante era la
ingenuidad que habían demostrado “dos experimentados zoólogos” como
Sanderson y Heuvelmans.
¿Dejará ahora Steve Busti, nuevo dueño del hombre de hielo de Minnesota, que algún científico examine la pieza como es debido?
Fuente: http://blogs.elcorreo.com/magonia/2013/06/26/el-hombre-de-hielo-de-minnesota-volvera-a-exhibirse-44-anos-despues/