Hace miles y miles de años, durante el período Pleistoceno, existía en la Tierra un mamífero de grandes dimensiones: el oso cavernario.
Los fósiles encontrados indican no sólo que poseía huesos enormes, sino que, a diferencia de los plantígrados actuales que usan las cuevas para hibernar, esta criatura solía habitar en ellas. Por qué desaparecieron tan magníficos animales es una pregunta respondida por la ciencia.

El fin de un gigante

Alrededor de 27800 años atrás en el planeta se produjo un cambio climático que afectó severamente a los organismos vivos.
Como consecuencia se redujo considerablemente la vegetación, alimento básico de la dieta de este oso.
En la actualidad, sus descendientes son omnívoros, pero para ese entonces sólo tenían hábitos vegetarianos.
La pérdida de la vegetación significó el fin del oso cavernario ―denominado científicamente Ursus spelaeus―, un representante de la llamada megafauna terrestre, que también incluye los mamuts, los rinocerontes peludos, el ciervo gigante y el león de las cavernas. El hecho ocurrió a finales de la última Edad de Hielo.

Otras hipótesis

La razón por la cual se extinguieron estas criaturas gigantes fue un misterio durante mucho tiempo.
Además de la teoría de la afectación climática, algunos científicos plantean que los osos cavernarios desaparecieron por la caza excesiva del hombre; sin embargo, este argumento no cuenta con evidencia alguna.
Otra posible causa sería la propagación de algún tipo de germen entre las poblaciones de osos, pero esta hipótesis no explicaría entonces los tiempos de extinción o las variaciones que se dieron en el tamaño de sus cuerpos.

¿Por qué fueron los primeros en extinguirse?

Al tener una dieta tan especializada era natural que si se producían afectaciones en la vegetación el oso cavernario no tuviera recursos adaptativos, como otras especies, para enfrentar la carestía de alimentos que se derivara.
Por otra parte, este mamífero tenía un hábitat geográfico muy restringido ―vivía confinado a Europa, especialmente en el área que va desde España hasta Rusia―, lo que lo hizo muy vulnerable a una situación donde el excesivo frío redujo significativamente los recursos alimenticios.
En cualquier caso, la evolución mostró su valor adaptativo: los osos pardos lograron sobrevivir gracias a que desarrollaron habilidades mucho más flexibles, como son una dieta variada, estrategias de hibernación durante el invierno, mayor rango territorial, entre otras, lo que por fortuna nos ha permitido contar con animales tan extraordinario en la actualidad.