Posted by : Unknown 5 sept 2012


Durante el siglo XIX el científico Charles Darwin propone una nueva concepción que vendría a romper con las ideas que se tenían hasta el momento sobre la aparición de la vida en la Tierra y su desarrollo: la teoría de la evolución de las especies.

Una de las objeciones que levanta esta propuesta es la de base religioso-filosófica. Dado que los preceptos eclesiásticos definen el origen de la vida como un acto creacionista, donde Dios es el artífice de todo lo vivo y el alma humana es una suerte de don espiritual, resulta marcadamente contrapuesto defender que todo el desarrollo biológico no ha sido más que un proceso ininterrumpido de selección natural, de la cual el ser humano representa su peldaño superior.

Hoy vamos a esbozar sucintamente los argumentos de la teoría evolutiva y cuál ha sido la postura de la Iglesia frente a esta.

¿Qué plantea la teoría de la evolución?

Aunque la teoría de la evolución ha sido desarrollada durante muchos años por diversos estudiosos a través de críticas, reinterpretaciones y correcciones que definen cualquier labor científica, en esencia sus argumentos fundamentales son:

  • La vida en la Tierra se originó y evolucionó a partir de un ancestro común hace más de 3 mil millones de años.
  • Las poblaciones biológicas varían sus características hereditarias a lo largo de sucesivas generaciones, lo que da lugar a una diversidad en los distintos niveles de organización (moléculas, individuos, especies).
  • La especialización de las especies está determinada por la selección natural, cuando un miembro de una población muere, se le reemplaza por la progenie mejor adaptada a las condiciones ambientales.
  • Existen otras causas que influyen en la evolución, como las mutaciones o alteraciones genéticas.
Postura de la Iglesia frente a la teoría evolutiva
Desde la publicación de la obra El origen de las especies de Charles Darwin, hasta la actualidad la Iglesia ha ido refinando su posición respecto a la teoría evolutiva. En los primeros momentos esta institución no se pronunció oficialmente en contra, a pesar de las consideraciones de algunos clérigos. Con el pasar del tiempo, la Iglesia permitió que las academias estudiaran las implicaciones científicas del evolucionismo, siempre y cuando no atacaran sus dogmas fundamentales.

Es conocido que el propio creacionismo dentro de la Biblia ha resultado siempre un tema de debate entre los estudiosos eclesiásticos. Las personalidades más avanzadas han defendido la idea de que el Génesis no debe ser leído literalmente. Por tanto la idea de que el mundo ha sido creado en 6 días pudiera ser un símbolo más que un dato real.
Luego de haber eludido una respuesta oficial al tema durante más de un siglo, la Iglesia moderna comenzó a mostrar una postura no oficial, que se conoce como evolucionismo teísta o creacionismo evolutivo, según la cual la fe y los hechos científicos en relación con el ser humano no están necesariamente en conflicto. Dios habría así creado el proceso evolutivo, dentro del cual el  hombre sería un aspecto especial, al cual se le habría concedido un espíritu.

El axioma fundamental de la Iglesia es que Dios es el creador del universo a partir de la nada. No niega que se haya producido en el planeta un desarrollo de formas variadas de vida a través del tiempo, sino que este proceso ha sido planeado y guiado por este hacedor inteligente, con un propósito determinado solo conocido por él. Sin embargo, en cuanto al ser humano, aunque no niega su evolución biológica, sí insiste en el valor singular de su alma como creación divina. Esta no evoluciona ni se hereda, como sucede con nuestro cuerpo.
La Iglesia entonces no refutaría la teoría evolutiva en sí, sino el evolucionismo ateo, o sea, la idea de que el universo, la vida en la Tierra y el ser humano, incluyendo el plano de su espíritu, no son creaciones de Dios.

Actualidad

Las figuras más representativas del Vaticano en los últimos años, el Papa Juan Pablo II y Benedicto XVI, han aceptado la validez de los descubrimientos científicos, como el hecho de que todos los organismos vivos en el planeta están genéticamente relacionados, lo que revela su descendencia de una forma primigenia. La gradual evolución es aceptada, aunque la Iglesia actual no se pronuncia sobre cómo Dios ha guiado el proceso.
En conclusión, podríamos ver que hay tres posiciones posibles: un evolucionismo ateo, sin la existencia de un Dios creador, un creacionismo instantáneo o fijismo, que niega la gradual evolución de las formas, y un creacionismo evolutivo, que admite el desarrollo del universo y la evolución de la vida de la mano de Dios, así como la creación especial de un alma manifestada en el ser humano, postura a la cual la Iglesia se adscribe en la actualidad. El debate, no obstante, seguirá abierto.

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